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martes, 11 de marzo de 2014

CUENTOS

CUENTOS
Un viaje a la Luna

Como era fin de año los chicos de cuarto debían hacer un trabajo en grupo, así la señorita podría evaluarlos.
Lucas eligió a María, a Ana y a Juan Cruz.
Maria dijo que quería trabajar en la historia de la Argentina, y los niños le dijeron que iba a ser muy aburrido. Juan Cruz dijo hacer algo de matemática, y le dijeron que había que pensar mucho. Ana quería hacer lo mismo que Maria y por ultimo, Lucas decidió que quería viajar a la luna. Sus compañeros pensaron por un lado en que seria muy divertido, pero por el otro lado decían que era una locura.
Lucas los animo lo suficiente como para convencerlos a todos, de solo intentarlo una sola vez.
Sonó el timbre de salida y los chicos salieron del aula y se reunieron en la puerta para charlar sobre el proyecto de Lucas.
Además de muchas cosas que faltaban, tenían que ver que llevaría cada uno. Ana dijo que iba a llevar los alimentos, por supuesto, no perecederos. Maria llevaría las sábanas y frazadas. Y entre Lucas y Juan traerían las herramientas y los repuestos necesarios para la nave de cartón donde viajarían.
Al fin del día los chicos estaban agotados de tanto trabajo, se durmieron todos tapados con las frazadas que llevo Maria.
Al despertar de una larga siesta sentía movimientos bruscos y unos ruidos muy fuertes, miraron por la ventana y se encontraron que estaba todo oscuro, Ana dijo: -se corto la luz!!!, a lo que Lucas respondió: -se ven puntitos como si fuesen estrellas y una esfera muy grande que parece la luna. Finalmente se dieron cuenta que en verdad era la luna y había estrellas.
Aterrizaron y bajaron sorprendidos con esa rara impresión de ahogarse, pero sentir un aire cambiado y más sano.
Al rato se encontraron con dos personas muy especiales, una de ellas era un extraterrestre con ojos muy brillantes y el cuerpo verde; la otra era un hombre con ojos relucientes y cuerpo anaranjado. Los chicos siguieron caminando y hallaron un galpón con recuerdos que los extraterrestres guardaron del Planeta Tierra de hace mas o menos 50.000 años.
Continuaron su camino y vieron algo que no sabían muy bien lo que era, pero parecía un planeta el planeta de la fantasía.
Volvieron a la nave y cansados se durmieron.
 
Unos gritos muy fuertes los llamaban a tomar la leche. Rápidamente se levantaron, salieron corriendo y ahí estaba la mama de Lucas con la bandeja en la mano, chocolate y galletitas para todos!!!
 
¿Que paso? ¿Realmente viajaron? O solo soñaron un ratito con la Luna...
 

                                                                          Batería baja. 

Caminando hasta el final. Eso es lo que queda. Sin agua. Sin alimentos. Poco oxígeno. La energía se agota. El corazón late más lento. Es el límite. 
El equipo no resistió, la presión fue extrema. Tantos años preparándonos para esto y no lo pudimos afrontar. La gran marca azul en la mirada. Un escalofrío recorre mi espalda. No puedo dejar de pensar. Explosiones, relámpagos, un gran shock eléctrico cerebral, cortocircuitos, siento que las ideas se despedazan, solo fragmentos, sin ilación, efecto ramdon de pensamientos desmembrados. Demasiada información segmentada. 
Hace unos años aprendimos a neutralizar el chip. El método era muy rudimentario, láminas de metal en el interior de nuestra ropa, extraer al chip era muy difícil, implicaba una cirugía. Con el tiempo logramos dañarlos mediante shock eléctricos. 
Uno a uno iban desapareciendo los dispositivos humanos del monitoreo central. 
Comenzaron los tiempos difíciles. Ahora no era solamente el control, se inició la segunda etapa prevista, neutralizar la rebelión. 
Campañas de desprestigio, aislamiento y terror. Persuasión era el eufemismo. 
Aprendimos, poco a poco, a reconocer sus métodos. Los dispositivos estaban aterrorizados. Los liberados estábamos fuera del sistema, pero en sus redes. 
La capa metálica dejó de funcionar al poco tiempo y la electricidad se negó a los sin código. 
Todo estaba racionado de acuerdo al rango de cada dispositivo. Años de control y direccionamiento de consumo rindieron sus frutos. 
Los medios instaban a los desbloqueados a volver al sistema y a sus beneficios, una especie de amnistía, muchos volvieron. 
Apenas podíamos subsistir, el sistema casi no dejaba margen de error. 
Pero… ¿hacia donde íbamos? Una huída sin final. En ese momento fue cuando me di cuenta que no existía ninguna rebelión. Me di cuenta de que éramos el ejemplo necesario para que los dispositivos estén felices con los que les tocó. Felices como un hámster en su rueda. 
Con el tiempo los conectados dejaron de preguntarse cosas. Comenzaban a disfrutar de esa vida de seguridad. 
La estadística demostraba que había cesado la desconexión del monitoreo. 
La corporación central logró su objetivo, llegó a su marca presupuestada. Ellos habían incluído en sus chips nuevas prestaciones gratuitas, bienestar y optimismo, simples aplicaciones que serían actualizadas cada tanto, cuando lo consideraran necesario. 
Muchos más volvieron al sistema. Ya no nos rastreaban. No éramos una amenaza. 
Sin embargo el sistema busca la perfección. Nos dieron el tiempo necesario para recapacitar. 
Sin saberlo, siempre estuvimos conectados, hasta hoy, que veo la luz azul, ya no recibo más energía. Estoy cansado. Sigo caminando.
EL SUEÑO DEL ROBOT
Roservind era un robot autómata y trabajador en las minas de Yanacocha. A sus 160 años de edad, el aun estaba en servicio efectivo. Nunca descansaba salvo los días en que tenía que recargase de energía o en los mantenimientos de maquinas autómatas.
Este robot servía en un época después de la “Gran Revolución Robótica” (fue de mucho mayor impacto que la Revolución Industrial) y poco después de la R.R.I. (Reforma Robótica Industrial) en las que millones y millones de robots fueron destruidos en todo el planeta por manos humanas. Aunque estas maquinas con inteligencia artificial eran muy avanzadas, nunca significaron un peligro para la humanidad. Ya que su inteligencia nunca llegaría a ser comparada con la de un humano. Nunca tendrían la ambición y maldad para matar seres vivos. O tener lo que los humanos tienen en especial… esa cosa llamada, alma.
Roservind tenía una estructura morfológica de un humano. Cubierto de metal resistente a la corrosión, su rostro no reflejaba emoción alguna. Este servía como multiusos en la industria, ya que en toda un planta industrial solo podría haber como máximo 3 robots según la ley 5 de la R.R.I. Su principal labor era de personal de limpieza, medico, contabilizador e instalador de dinamitas; aparte de otros trabajos más. Diariamente era víctima de humillaciones por parte de los trabajadores. Le escupían, pintaban, meaban en su cuerpo metálico y este no entendía la burla de los que se reían de él.
Un día Roservind estuvo trabajando a 4000 metros bajo tierra con más de 100 mineros. Fue entonces cuando sucedió el siniestro: hubo un derrumbe que cubrió de rocas y tierra a todas las entradas de la minas. Tardarían más de 8 meses en rescatarlos, si estuviesen con vida.
 
Después de 4 meses los trabajadores empezaban a morir uno en uno por hambre y sed. Incluso la ayuda médica del robot no fue suficiente para los desgraciados. Tan solo quedaban unos 10 de los 100 que había. El robot no podía hacer nada y tan solo se dedicaba a observar la agonía de los restantes. Aunque no tenía emociones, podía pensar. Y recordó los viejos tiempos que tenía un su base de datos de memoria, en que servía a una familia como mayordomo. Familia que lo vendió a un chatarrero, pero… él nunca sintió disgusto alguno. Nunca comprendía por qué las personas lloraban, reían… Eran tan impredecibles. Vio al último minero vivo al borde de la muerte agarrando una cruz y otra una foto de su familia, este lloraba y poco después, murió.
El robot quedo totalmente solo con los cadáveres. Y por primera vez se pregunto que le hacía diferente a los humanos. Porque ellos van al cielo y los robots… no. Los animales no van al cielo —se decía así mismo— ¿Por qué los humanos? ¿Yo podría ir al cielo? De esa manera el robot se formulaba muchas preguntas. En una de esas, recordaba cuando hubo una huelga de trabajadores de la mina. Estos reclamaban sus derechos, tenían metas en la vida. Recordaba los grandes triunfos en la historia de la humanidad; lograron sus metas… sus sueños.
Varios días después las luces dentro de la mina se apagaron y el robot quedo en total oscuridad… y se pregunto: ¿Cuál es mi meta en mí existencia? Prendió la luz de su casco y empezó a leer una biblia que lo tomo de un cadáver.
Pasaron más de nueve meses, y llego el rescate… solo sacaron al robot.
Una vez fuera. Todos miraban con odio a este. Sin motivo alguno un supervisor le dijo al robot:
— ¡Tu… Vuelve a tu trabajo!
El robot se quedo parado frente al supervisor, y este quedo sorprendido porque los todos los robots siempre ejecutan una orden rápidamente… pero este era diferente.
— ¡Vuelve a tu trabajo!—le seguía exclamando el supervisor. Pero el robot logro entender la diferencia entre robots y humanos… era el alma. Según las sagradas escrituras, el alma era única en cada ser humano y la que se iría al cielo o al infierno dejando el cuerpo material.
— ¡No escuchas robot estúpido! — Roservind se preguntaba: ¿Cómo puedo pensar independientemente sin obedecer las complejas líneas de programación? ¿Cómo haría para obtener un alma? Y sin darse cuenta el robot ya tenía una meta… un sueño. Ahora solo faltaba darle el punto de inicio a su largo camino… una palabra:
— ¡Renuncio!
y desde ese momento Roservind acababa de nacer.






HIJO DE LAS ESTRELLAS

El momento estaba llegando, el momento sería una respuesta, un porqué, el porqué de obsesivas visiones repitiéndose en sus sueños, reales y nítidas más que su vida misma.
Sensaciones extrañas, ideas obsesivas, sentimientos acerca de su feminidad, del sentido de su ser, Predeterminación.
Incertidumbre por ella, incertidumbre por Todos.
 
Una vez más despierta de su sueño, inocentemente se refugia de lo desconocido en el oleaje nervioso de sus sábanas.
Mira, observa y espera.
Más allá, a los pies de su cama, una brisa suave filtrándose por la ventana mal cerrada. El aire juega con ondulantes formas en la cortina iluminada por la Luna.
 
Noche de verano, aire tibio que se hace denso, casi irrespirable… el aire cobra forma, una parte de él se delimita en contorno plateado…
El momento había llegado, pero ella esta en calma, tranquila.
Hilos invisibles mueven su consciencia y mitigan sus miedos.
Ondas de una mente extraña manipulan y excitan la materia gris de su deseo.
 
Mira, observa y espera.
El aire se irisa, espesa, casi es palpable… plateado como la Luna. Danza, se retuerce y se hace forma…solidifica.
El aire ya no es aire es plata pura, es un torso perfecto, es una faz de fría belleza coronada con una cabellera del más bello dorado. El tiempo parece detenerse, su mente está en calma y su alma tranquila por fin
Iris esmeralda la hipnotizan con su mirada, atraviesan su consciente y juguetean con su alma.
Hilos invisibles hacen un títere su deseo.
Mira, observa y siente.
 


El ser plateado como la Luna juega con sus sábanas como Esta con las mareas, acaricia con sus frías manos, ella arde del deseo.
El Señor de la Luna conoce los secretos de su alma, conoce la melodía de sus sentidos y hace de su piel, instrumento del placer.
 
Ella abandona su cuerpo, lo entrega, lo entrega a la danza de los sentidos. Su cuerpo baila al ritmo del músico de largo cabello dorado y de dulce pecho plateado…
La melodía de placer hace bailar cada célula de su piel, mientras el Ángel de la Luna continúa su vaivén.
Ama, gime y siente.
Orgasmo plateado… luego la calma.
El ser yace a su costado, ella intenta ver dulzura en el frío verde de sus ojos, sonrisa en el gélido rojo de los labios que la han saciado…
 
-¿Quién eres?
Pero la respuesta ya la sabe.
Las piezas del rompecabezas de sueños y visiones desfilan y se ordenan en el tablero de su mente.
 

El Astro Rey ansía el trono de la Dama de la Noche, empieza a conquistar el horizonte reavivando la moribunda Tierra con su poderosa luz.
Recorre bastos océanos ,antaño fuente de vida, ahora fuente de dolor para las escasas especies que mutan desesperadamente para sobrevivir en ese infierno líquido, basurero global en que la especie humana ha decidido convertir el medio que dio origen a la Vida.
 
Recorre valles y montañas, estercoleros antes llamados ríos, desiertos y mesetas pobladas ahora por los fantasmas de especies desaparecidas.
Recorre orgullosos rascacielos despuntando sobre mares de hormigón, edificaciones o quizás templos a la diosa Vanidad.

Un rayo de sol se filtra como un tentáculo por una ventana mal cerrada.
La ventana está a los pies del lecho donde Ella hace horas que duerme.
 
El Estraño de torso plateado hace horas que marchó, se evaporó delante de sus ojos artificialmente enamorados.
Tras su marcha, ella continúo relajada, su mente estaba todavía siendo la marioneta del Estraño, pero se durmió con una sensación real y nítida, con una certeza: un nuevo Ser nacería de su vientre.
Su vientre sería la primera cuna de un nuevo Enviado. Un nuevo embajador de una cultura alienígena, que da una segunda oportunidad a una especie errónea, una especie que ha hecho tanto mal que su mejor destino… que su mejor castigo es ser aniquilada por ella misma.
Un nuevo y último Mensaje para la Humanidad se encuentra en ese vientre.
 

General Hospital (Washington D.C) año 2142

En la habitación del hospital una anciana llora desconsoladamente sobre el pecho de su Hijo de 33 años, fallecido en extrañas circunstancias.
 
-Necios!!! susurra con la cara desgarrada por el dolor….

 


 

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