(José Amado Ruiz de Nervo;
Tepic, Nayarit, 1870 - Montevideo, 1919) Poeta mexicano. Hizo sus primeros
estudios en el Colegio de Jacona, pasando después al Seminario de Zamora, en el
Estado de Michoacán, donde permaneció desde 1886 hasta 1891.
Amado Nervo
Los problemas económicos que
atenazaron a su familia, un hogar de clase media venido a menos, le forzaron a
dejar inconclusos sus estudios eclesiásticos, sin que pueda descartarse por
completo la idea de que su decisión fuera también influida por sus propias
inclinaciones. En cualquier caso, siguió alentando en su interior una
espiritualidad mística, nacida sin duda en estos primeros años y que empapó su
producción lírica en una primera etapa; en ella meditó fundamentalmente sobre
la existencia humana, sus problemas, sus conflictos y sus misterios, y sobre el
eterno dilema de la vida y la muerte.
Abandonados los estudios,
empezó a ejercer el periodismo, profesión que desarrolló primero en Mazatlán,
en el Estado de Sinaloa, y más tarde en la propia Ciudad de México, adonde se
trasladó temporalmente en 1894. Sus colaboraciones aparecieron en la Revista
Azul. Junto a su amigo Jesús E. Valenzuela, fundó la Revista Moderna. Estas dos
publicaciones fueron el resultado de las ansias e impulsos modernistas que
aparecieron, en aquella época, en todos los rincones de la Latinoamérica
literaria y artística.
En 1900, el diario El
Imparcial lo envió como corresponsal a la Exposición Universal de París, donde
residiría durante dos años. Entabló allí conocimiento y amistad con el gran
poeta nicaragüense Rubén Darío, quien más tarde diría de Nervo: "se
relacionó también con el grupo de literatos y artistas parnasianos y
modernistas, completando de ese modo su formación literaria."
Todos los estudiosos parecen
estar de acuerdo en afirmar que adoptó los principios y la filosofía del
Parnaso, grupo de creadores franceses que intentaba reaccionar contra la poesía
utilitaria y declamatoria tan en boga por aquel entonces, rechazando también un
romanticismo lírico en el que los sentimientos, las encendidas pasiones y las
convicciones íntimas de los autores, interfiriendo en su producción literaria,
impedían, a su entender, el florecimiento de la belleza artística pura.
En París conoció a la que iba
a ser la mujer de su vida, Ana Cecilia Luisa Dailliez, con la que compartió su
vida más de diez años, entre 1901 y 1912, y cuyo prematuro fallecimiento fue el
doloroso manantial del que emanan los versos de La amada inmóvil, que no vio la
luz pública hasta después de la muerte del poeta, prueba de que éste
consideraba su obra como parte imprescindible de su más dolorosa intimidad. SuOfertorio supone, sin ningún género de duda, uno
de los momentos líricos de mayor emoción, una de las joyas líricas más
importantes de toda su producción poética.
Cuando regresó a México, tras
aquellos años decisivos para su vida y su formación literaria y artística,
ejerció como profesor en la Escuela Nacional Preparatoria, hasta que fue
nombrado inspector de enseñanza de la literatura. En 1906, por fin, ingresó en
el servicio diplomático mexicano y se le confiaron distintas tareas en
Argentina y Uruguay, para ser finalmente designado secretario segundo de la
Legación de México en España.
En 1918 recibió el
nombramiento de ministro plenipotenciario en Argentina y Uruguay, el que iba a
ser su último cargo, pues, un año después, en 1919, Amado Nervo moría en
Montevideo, la capital uruguaya, donde había conocido a Zorrilla San Martín,
notable orador y ensayista con el que trabó estrecha amistad y que, a decir de
los estudiosos, influyó decisivamente en el acercamiento a la Iglesia Católica
que realizó el poeta en sus últimos momentos, un acercamiento que tiene todos
los visos de una verdadera reconciliación.
La obra de Amado Nervo
Poeta y prosista, el valor de
su prosa desmerece, sin embargo, si se la compara con sus producciones en
verso. Nervo es, efectivamente, un auténtico poeta modernista, verdadero hijo
literario de Rubén Darío, plenamente mexicano; las
intuiciones religiosas de su juventud le inspiraron las páginas de sus Perlas Negras y sus Místicas (1898), en las que puede encontrarse
su célebre A Kempis, cuyo
encendido lirismo no podría ya superar el poeta.
Más tarde, su mexicanidad se
atempera por su estancia y sus contactos en París; la influencia francesa y,
sobre todo, la española y la latinoamericana, concretada en el indiscutible
maestrazgo de Rubén Darío y Leopoldo Lugones, confieren al espíritu, el
sentimiento y la obra de Amado Nervo una dirección menos mística, unas
preocupaciones menos religiosas, aunque impregnadas de un panteísmo que le da
mayor universalidad, un pálpito más liberal y humano.
Es la etapa en la que escribe
sus Poemas (1901), seguidos en 1902 por El Éxodo y las flores del camino,Hermana
agua y Lira heroica. El ciclo se
cerrará en 1905 con la aparición de Los
jardines interiores. Todas sus producciones muestran un exquisito
refinamiento, una indiscutible preocupación por la perfección de la forma y el
absoluto protagonismo de la estrofa dentro de la escritura.
En 1909 publica En voz baja, obra que supone el
inicio de su andadura hacia la paz espiritual que, a raíz de la muerte de su
amada, dará paso a la profunda transformación que vivirá el poeta y que, en
consecuencia, impregnará toda su obra; no puede olvidarse que los conmovidos
versos de La amada inmóvil fueron escritos en 1912, aunque sólo
aparecieran póstumamente, en 1920. A la misma época pertenece también Serenidad (1914).
Luego, el lírico evoluciona cada vez más hacia una
renunciación que pretende llevar hasta el terreno literario; hay en él una
curiosa influencia de las doctrinas orientales, y su primitivo sentido más o
menos místico se convierte ahora en una especie de aspiración al Nirvana.
"La muerte es la libertad absoluta", nos dice en la prosa de Plenitud; este espíritu lo
sostiene en el verso de Elevación, El arquero divino (de publicación póstuma) y El estanque de los lotos (1917).
Sus actividades como prosista
se iniciaron con El Bachiller (1896), novela corta de carácter
autobiográfico. Son evidentes en la narración las influencias y las
aspiraciones naturalistas, sobre todo en lo que respecta a la presentación de
los aspectos más desagradables y sórdidos de la realidad. Autor prolífico, hizo
también numerosas incursiones en otros muchos géneros, como el cuento breve, el
ensayo y la crónica; destaca entre ellos su estudio sobre sor Juana Inés de la
Cruz, publicado con el título de Juana
de Asbaje (1910).
Una recopilación de sus obras
en prosa ya conocidas y de otras inéditas hasta entonces apareció póstumamente
en la edición que, en 1938, publicó Alfonso Méndez Plancarte, acompañándola por
el estudio Mañana del poeta.
Entre sus obras narrativas merecen citarse Pascual
Aguilera, El domador de
almas, los cuentos de Almas
que pasan (1906) y algunas de
las novelas cortas y narraciones escritas en los años postreros de su vida. Sus Obras completas, ordenadas por
el escritor y humanista Alfonso Reyes, que se encargó de la edición,
aparecieron en Madrid, de 1920 a 1928, en veintinueve volúmenes.
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